“Programar sin ver la pantalla: concentración, lógica y voz. Así trabajan muchas personas ciegas que, desde el silencio, crean tecnología accesible para todos.”
Cuando alguien dice “programador”, casi siempre se imagina a una persona frente a una pantalla llena de código, líneas de colores, y gráficos imposibles de seguir sin ver. Pero pocos piensan en quienes programan sin ver nada de eso.
Existen personas ciegas que desarrollan software, aplicaciones, webs, herramientas y hasta videojuegos. No son muchas, pero sí existen. Sin embargo, están fuera del foco, escondidas detrás del brillo de una industria que todavía asocia la tecnología con la vista.
Y para encontrarlas, hay que buscar mucho. No aparecen en titulares, ni en los vídeos de conferencias tecnológicas, ni en los reportajes sobre innovación. Y sin embargo, son quienes, desde su teclado y con su lector de pantalla, hacen posible que la tecnología sea más humana y más inclusiva.
¿Por qué están tan invisibilizadas?
Porque el sistema educativo, las empresas y los medios aún no saben cómo mirar más allá de la pantalla.
Porque muchos asumen que programar “requiere ver”.
Porque aún hay pocas herramientas accesibles y poco apoyo para aprender programación desde la ceguera.
Y también porque quienes lo hacen, lo hacen en silencio, trabajando el doble, resolviendo problemas sin manuales, y demostrando cada día que el talento no se mide en visión.
Programar sin ver
Programar siendo ciega no es una heroicidad, es una forma distinta de leer el mundo.
Cada línea de código pasa por la voz de un lector de pantalla, cada error se rastrea por oído, cada estructura se construye en la mente.
No se ve el color del texto, pero se escucha su orden.
No se usa el ratón, pero se navega con precisión entre caracteres, comandos y atajos.
Es un proceso lento al principio, pero lleno de lógica, paciencia y creatividad. Y sobre todo, de propósito: muchas de las personas ciegas que programan lo hacen para mejorar la vida de otros, creando herramientas que eliminan barreras y abren caminos.
Una realidad que merece ser contada
Las personas ciegas programadoras no buscan compasión ni admiración. Buscan visibilidad y respeto profesional.
Su trabajo no es menor, es fundamental. Cada avance en accesibilidad que usamos —desde un lector de pantalla mejorado hasta una app inclusiva— ha tenido detrás a alguien que entiende las barreras desde dentro.
Quizás por eso, quienes programan sin ver, ven más allá: ven la utilidad, la empatía y el valor social de la tecnología.
“Las personas que no pueden ver la pantalla, muchas veces, son las que mejor entienden a quién queda fuera de ella.”
Reflexión personal de una programadora ciega autodidacta

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